En esta ola de conciencia sobre el machismo que hoy se vive en Colombia, exacerbado en parte por la entrevista que se le hizo a Claudia López donde el periodista le pide “que se calme, que no se ponga brava”, o donde Iván Duque viaja a la China con 18 empresarios, porque según parece no existen empresarias colombianas de primer nivel, sin contar claro la consuetudinaria agresión a las mujeres en los buses, en las casas, en empresas, los femicidios, en fin…

Lo que hay detrás de todo este barullo, de esta indignación guardada, es la idea de que un gran mayoría de hombres se defienden de la mujer con la que tienen un rifirrafe argumentándole expresiones como “te lo inventaste”, “te lo imaginaste”, “estas loca”, como si la “inteligencia masculina” diera poder para descalificar el actuar femenino creyéndola estúpida. “Pillaos” en su falta no les queda otra que descalificar, ridiculizar a su contrincante porque de inteligencia a inteligencia no se miden. La fragilidad y dependencia de la mujer la hacen presa fácil de ese momento de confrontación y es su autoestima la que sale perjudicada. El hombre conoce su vulnerabilidad y sagaz, astutamente “da” donde puede derrotar y evade el terreno de las ideas donde esta pillado y sabe que puede perder. Alguien diría “puros golpes bajos”, golpes a la autoestima, a la capacidad de raciocinio, a la valoración como ser humano. Loca, bruja, lesbiana, vieja, calificativos para derrotarla en su integridad emocional. ¿Qué ha mermado el machismo? ¿Que hoy se manejan actitudes de equidad? ¿A dónde? ¿Quien dijo? Métase a una red social para sopesar el grado de humillación que recibe una mujer por “atreverse” a igualar con un “patriarca”.

Por ello la ira femenina es infinita. Acumulada por mucho tiempo, guardada de generación en generación, no se la refuta con ideas sino con descalificaciones, adjetivos despreciativos y machistas: loca, bruja, vieja, lesbiana, todo aquello que demerite su sentir. ¿Ideas? Ninguna, solo calificativos para generar impotencia. ¡Hasta cuando! La sensación de creerla incapaz, de salir con argumentos idiotas cuando no descalificándola, colmó la paciencia. ¿Es que acaso nos creen bobas? Cuando un hombre insulta es porque quiere eliminar la inteligencia de la mujer. Hasta el punto de creer que los únicos que tienen derecho a enfurecerse son los hombres. La rabia es patrimonio de hombres, de machos y a una mujer “no le luce” la ira. Le queda mal, es una marimacha. Fue educada para someterse y no puede ser tan igualada de querer tener un espacio y un lugar propios, de reconocimiento y equidad.

No, el machismo, gestado tanto por hombres y mujeres está en todo su apogeo, no ha pasado, se vive a todo nivel. Esa ira femenina, represada, contenida, que lleva a la desvalorización de la mujer: por miedo, por costumbre, por impotencia está presente y hay que asumirla. Como muy bien lo escribieron Mabel Lara, Gustavo Gómez o Adolfo Zablah, está en todas las esferas y no parece disminuir. La rabia, el reclamo, la molestia no son patrimonio masculino. No es igualar por lo bajo pero si es empezar a aceptar el derecho de la mujer a su propio molestia e indignación cuando la cultura la desvaloriza.  En vísperas de elecciones, empecemos por ver actitudes de  los políticos. Lo demás es carreta…

Gloria H. @Revolturas

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