O nos morimos o nos enloquecemos, parece ser la disyuntiva. Muertos o locos. El coletazo del confinamiento es aplastante en el campo de la salud mental. Sus efectos son devastadores y cuarenta días no reparan deterioros emocionales que pueden prolongarse por años. Se han salvado cuerpos del virus pero se ha afectado la calidad de vida de las personas a niveles insospechados. No todos tienen que salir desnudos ni gritando por las calles para evaluar su salud mental, pero el estres que anida en sus cuerpos se traduce en comportamientos difíciles y por momentos hasta antisociales. El suicidio o “me importa un c..” son maneras extremas de enfrentar el sin sentido de la vida.  En especial niños y adolescentes están sumidos en un deterioro emocional, donde la incertidumbre y la ansiedad los vuelvan agresivos e intolerantes, haciendo muy difícil la convivencia con ellos. ¡Si ni ellos mismos se soportan!  

Emociones desordenadas y desbordadas, que son sensaciones físicas, se traducen en comportamientos incoherentes que al final desembocan en bajísima autoestima. Es una cadena. Y lo que es mas grave aun, pareciera que no se le ha dado la suficiente importancia a este coletazo emocional. Aparentemente “no se ve” y por ello se cree que no existe o es fácil de controlar. Muchas de las “desobediencias” de la calle tienen que ver con este renglón de salud emocional donde el encierro, la proximidad extrema con otros, la falta de espacio personal, la asfixia y hasta el olor ajeno, sus ruidos, todo puede  fastidiar. La calle es entonces el lugar para respirar. ¿Que me puedo contagiar? Sí, es una posibilidad. Pero el ahogo de la casa no es una posibilidad sino una certeza. ¿Qué escoges? 

El trabajo principal ahora, en este momento, es la salud emocional. Hay que trabajar con la palabra, con la información que se traduce en escucha, atención y cambio de creencias. La psicología no dice mentiras, ni pinta pajaritos, pero ayuda a que puedas manejar las situaciones de manera diferente. Porque lo que si es absolutamente claro es que el estres bloquea la creatividad. Una persona estresada lo único que hace es repetirse los mismos pensamientos devastadores de su pasado para tratar de controlar su futuro. Y el presente, lo único que tiene y puede crear, lo desperdicia.  Pensando lo mismo, el mundo no va a cambiar. Pensamientos diferentes generan creencias diferentes que llevan a crear opciones distintas. Si no cambias el chip de lo que crees, es imposible cambiar de actitud.

En este momento la información nueva, a través de la palabra y la escucha, son la medicina mas propicia para contribuir a disminuir niveles de ansiedad y angustia. No se cambia el entorno pero se aprende a mirar de otra manera. Nuestras culturas han sido fatalistas, victimizantes y llenas de culpa. “Valle de lágrimas”, esta es una retaliación de Dios, creencias que congelan  y no permiten movimientos internos con nuevas posibilidades. Por ello hay que apuntar a cambio de creencias. No es opcional, es urgente.

Mientras ha durado el confinamiento, todos los días escribo una palabra  sobre salud emocional, texto que se publica en mi pagina revolturas.com y en las diferentes redes. Son píldoras terapéuticas para todo aquel que quiera ayudarse a ver de otra manera. ¡Es un comienzo!

Gloria H. @GloriaHRevolturas

Imagen de Ri Butov en Pixabay 

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