La columna de María Jimena Duzán  para inaugurar la publicación digital de Cambio es impactante. ¡Demoledora! O en mi sentir, produce asco, repugnancia. Pocos escritos donde se condense la radiografía de una clase política tan miserable, tan arbitraria. El título “La querían matar” es una síntesis de una problemática de corrupción e indolencia que golpea la dignidad. Produce dolor de patria. Y que Aída Merlano esté mas segura en el régimen de Maduro que aquí en Colombia, es muy diciente de aquello que tapamos dizque con democracia y elecciones. Creo que no hay palabras para describir lo que se experimenta leyendo el valiente escrito de María Jimena. Solo queda la sensación ¡asco!

Y no debe ser coincidencia que mañana se celebre el Día del Periodista, donde es claro que no existe, no puede existir, periodismo objetivo. Aún mas, la ciencia  ha probado que la objetividad no existe. Los individuos, investigadores o gente del común “marcan” con su esencia el trabajo a realizar. La huella personal es imborrable. Por ello, el asunto no es de programas, ideologías o enfoques. El problema es de ¡personas! Quienes están detrás de la investigación, el análisis o el planteamiento, este es el verdadero asunto de la realidad. Lo que se dice o escribe es válido de acuerdo a la firma que lo respalde. Y yo le creo a María Jimena. Creo en su historia y en su honestidad. Por eso en el enfoque del artículo, créo en ella y en sus palabras.  Allí están untados todos los famosos Char y hasta el presidente Duque. Aída debería estar muerta. Pero está viva y es un peligro para las aspiraciones de presidencia de Alex Char. Y yo que pensé que su trabajo con Barranquilla era un buen termómetro de eficiencia. Pero un hombre que pertenece a un clan donde pueden enamorar, comprar, usar, manipular, matar, servir, no puede ser –no puede ser- una garantía para un país que quiere salir del hueco. ¡Imposible! Así Barranquilla esté pisándole los talones a Cali, y se le adjudique su crecimiento a la “dinastía Char”, en Colombia tenemos que decidir si escogemos desarrollo y apariencia a costa de tanta corrupción, violación de la ley e imperio del dinero. Para Aída Merlano  “Char es hijo de la mafia, malcriado y peligroso que contrata matones por fuera de la justicia y que tiene la pretensión de convertirse en presidente”.

¿Será que toda la clase política colombiana actual es corrupta?  Políticos de esta índole como Hernández o Char, lo único que dejarían es la sensación de que fuimos nosotros los responsables del futuro del país. No ellos, que se disfrazaron, si no nosotros, que les creímos el disfraz, les comimos cuento. En las campañas políticas las emociones están al rojo vivo. Los seductores te seducen no solo para la cama sino también para la política. Y aquí estamos frente a unos seductores que “encantan” desde la mentira de sus propias vidas. El político como el periodista generan credibilidad con base en lo que son y cómo ha sido su trayectoria humana. No es cuestión de discursos o peroratas. ¡Es cuestión personal! No, no me gusta Petro, no por su ideología sino por lo que él es. Pero ante la comparación de un taimado, disfrazado de oveja con esencia de lobo, hasta dan ganas de votar por Petro. Afortunadamente hay mas para escoger.

Gloria H. @GloriaHRevolturas

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