De acuerdo a la orilla ideológica donde usted se ubique, el Arzobispo y el Alcalde de Cali hoy por hoy, pueden ser o ángeles o demonios. Los puede catalogar como héroes o villanos. Muchos no dudan en responsabilizarlos de azuzar la revuelta, al punto de considerar que Ospina, por ejemplo, desobedeció una orden presidencial al intentar hablar directamente en los puntos de resistencia. Instigador de la violencia, (hijo de guerrillero, qué podía esperarse), se le salió “lo que realmente es”. Pero el Arzobispo no se queda atrás. Sus declaraciones que para un lado del espectro ideológico se consideran peligrosas, se interpretan como si “solo” estuviera sirviendo a un solo bando “quien tampoco pensaba en toda su ley, sino en las conveniencias ideológicas y dejó de ser el pastor necesitado, para ser un puente entre los violentos”. Al Arzobispo muchos lo ubican del lado guerrillero y sus palabras se han interpretado como incitadoras. “No está donde debería estar” (?). En esos memes, a veces prodigiosos, otras terroríficos, alguien preguntó “si Jesús viviera en esta época, ¿en donde se ubicaría?”. Usted, ¿en donde creería que estaría? De acuerdo a las creencias, lo que se vive en Cali es una radiografía de la inmensa dificultad de lograr puntos de encuentro en una sociedad que tiene que intentar hablar con todos los actores del conflicto.    

Emilio Archila “recomendó” ya los diálogos regionales, es decir indirectamente avaló el procedimiento del alcalde Ospina de conversar con los  participantes en  lugares de resistencia. El famoso diálogo nacional podrá significar, pero es en la calle de cada región donde se cocina la desigualdad y claro, la solución. Como quien dice que así como para una gran mayoría  Ospina es un alcalde corrupto, que malgastó los dineros de la feria virtual, que se pide su revocatoria por mal gobernante, que su popularidad es poquísima, todo lo anterior no puede desconocer sin embargo que al iniciar diálogos en los puntos de resistencia, hizo lo mínimamente correcto. Empezó por donde debía comenzar.  Así a muchos les incomode…

Las cifras de la desigualdad en Colombia son desproporcionadas. Francisco De Roux dice en El Tiempo: “la relación en Colombia entre los ingresos del quintil de arriba (la clase media-alta y los ricos) y el quintil de abajo es superior a 20 veces. O sea, una familia promedio del quintil de arriba gana 20 o 22 veces más, en promedio, que una familia del quintil de abajo. Y en el tiempo del covid, la pérdida de ingresos por salarios en el quintil más alto fue más o menos del 8 %, mientras en el bajo se perdió el 25 %. En casos como el de Cali, estimativos de la U. Javeriana señalan que el quintil más bajo perdió el 50 % de sus ingresos. Cuando uno se gana 25 millones, se habla de una pérdida de 2 millones; pero cuando uno se gana un millón de pesos y no tiene más, y pierde el 50 por ciento, se queda con 500.000 pesos para alimentar a la familia”.

Esto no justifica la violencia pero si intenta explicar la rabia y la desesperanza. Se necesita a todos los actores en busca de la solución. Pero aquí en Cali, son de tal tamaño la rabia y las ideologías que al Alcalde (si, el que todavía es) y al Arzobispo, un bando no los convoca porque están del otro lado. Y queremos reconciliación, soluciones, futuro…

Gloria H. @GloriaHRevolturas

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

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