Debo confesar que lo he visto varias veces lo que en términos claros se cataloga como masoquismo, “gozar sufriendo”. Una y otra vez devuelvo el video y busco escudriñar hasta el mas mínimo detalle. Para no sentirme tan patológica, me digo que es porque soy psicóloga y trato de asimilarlo para detectar circunstancias que me ayuden a enfrentar otros posibles casos… Pretendo excusar mi masoquismo pero no lo justifico del todo. El pecado es cobarde.
Si, me refiero al video donde este hombre de trenza, con camiseta azul de la Licorera de Caldas y con una actitud totalmente provocadora, impreca al Guarda de Tránsito, sin ninguna muestra de mesura, consideración o valoración de ser humano. Algunos se han impresionado con las palabras discriminatorias y racistas que le grita, pero a mí lo que me impacta es su actitud desafiante y retadora. ¡Me pasma! En redes se dicen muchas cosas, falsas y verdaderas, pero alguien dijo que hasta le pegaba a su pareja. Sin conocer su historia personal, una actitud como la que vivió con el guarda, devela comportamientos soberbios y arrogantes, que hace lógico concluir que sea un hombre violento y abusador, sin ninguna consideración empática para su interlocutor, cualquiera que sea. ¿Quién se atreve a convivir con una persona que ante un reclamo, justo o no, responde con esos niveles de provocación y desafío? Porque si es capaz de hacer esto con un hombre representante de la autoridad y desconocido, ¿a qué niveles podrá llegar con una pareja que a nombre del amor, “soporta” cualquier trato?
Entonces vienen las inquietudes: ¿quién “educa” o forma a estos individuos? ¿Qué pensamientos pasan por su mente cuando asume esa actitud? ¿Mide las consecuencias de sus actos? ¿Qué sensaciones experimenta cuando acosa y acorrala a una persona de esta manera? ¿Qué significa para él, la autoridad, el respeto, las jerarquías? ¿En realidad se siente “superior”? ¿De qué se alimenta para llegar a esta clase de agresiones? ¿La rabia crece porque el otro “no se engarza” en su provocación? Las manos atrás son muy significativas porque sabe que busca que el otro se salga de casillas y él “inocente” de cualquier respuesta violenta, juega a ser respetuoso. No lo toco, no hay constancia de golpes, solo palabras y desafío, pura provocación concentrada. En psicología esa conducta se cataloga como perversa. La invasión del espacio personal del guarda es totalmente asfixiante. “A ver, pégueme”. Necesita que le contesten, quiere que le metan el puño. El guarda se contiene y posiblemente esta situación acrecienta la ira porque el agresor no pudo llevarlo a “su terreno”, su rabia no logro descontrolar a su “contrincante”.
Ningún comportamiento justifica esta respuesta tan provocadora, ninguno. Temerario, no interesan las consecuencias de sus actos. ¿Qué tan visceral es su vida? ¿Cuántos hombres como este conviven en nuestra cotidianidad volviendo el día a día insufrible? Hay quienes le meten política y creen que tiene perfil de petrista, otros de uribista (lo que confirma lo parecido que son los extremos), pero lo que si es obvio es que pertenece a esa cultura patriarcal y machista que solo tienen consideración para si mismos. Aterrorizados, esconden su miedo y pérdida de poder. Son los estertores de una masculinidad que ha torturado tanto pero tanto… es el fin del patriarcado. ¡Afortunadamente! Aunque atravesar este final lastime mucho…
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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