Anthony De Mello dijo que los seres humanos “estamos a mitad de camino entre los dioses y las bestias”: el sentido de la evolución es acercarse a lo divino (el mundo de los dioses) dominando lo visceral e instintivo propio de las bestias. Pareciera que ese camino, tortuoso y difícil, hoy está direccionado al revés: las pasiones dominan y la vida, principal valor humano, vale menos: más cerca de lo bestial, como animales luchando por sobrevivir. ¿Cuál es la explicación? ¿Qué han aportado la inteligencia y el conocimiento? Lo que si es claro es que se le dio todo el poder a la razón, como guía de la vida y nos dimos cuenta que ella “no manda”, no tiene el control, no es capaz de dominar a “otra” poderosa como son las emociones. Entonces, llenos de justificaciones y razones hemos convertido la condición humana en un infierno.
Las bestias andan en manada y como humanos copiamos su comportamiento hasta considerar que es el rebaño o la manada lo que aporta identidad y pertenencia. Formar parte de un colectivo, la necesidad de ser incluido, obliga a creer que todo aquello que no encaje con el grupo o manada es peligroso. Lo diferente, lo disruptivo es una amenaza. Hay una necesidad angustiante de ser iguales, de reforzar la identidad con base en la semejanza, como un gran espejo donde me reconozco en la igualdad no en la diferencia. “Soy de los tuyos, eres de los míos” de allí que, por ejemplo, los migrantes sean tan “peligrosos”, tan amenazantes: son diferentes, se visten distinto, habla otro idioma, sus creencias no son las mías, amenazan mi “seguridad” de convicciones. Me hacen dudar de lo que soy y corro peligro de tener que abrir la mente a otras ideas. Sucede en todos los espacios: a nivel mundial, cotidiano, en familia, en el trabajo, el vecindario, la escuela, en cualquier escenario donde existan actitudes diferentes, pareciera que irrumpen la tranquilidad del grupo y por lo mismo se vuelven enemigos. Es extraño, es raro, es distinto…
¿Caminó el miércoles? ¿Lo hizo el domingo? ¿A qué grupo pertenece? A los buenos iguales a mi o es parte de los que se atreven a tener criterio y actúan diferente a mis creencias. Entonces la amenaza está por todo lado y es necesario “ubicar” a los que me rodean para no sentirme en peligro. En un extraordinario artículo anónimo, como ejercicio de tolerancia se recomienda 1. Seguir cuentas que piensen distinto a lo que usted piensa, para no encerrarse entre opiniones iguales. 2.Utilizar un lenguaje basado en hechos no en descalificaciones personales y 3 no participar en conversaciones donde lo importante sea ganar y demostrar su verdad. Tan simple pero tan reparador. No hay que pagar, no hay que pedir permiso pero si es un acto energético de colaboración para que este mundo se acerque mas a lo divino y supere lo instintivo de las bestias.
Lo diferente lastima y la tendencia a igualarse para “no dejarse” es un espiral de violencia que lleva al caos total. “Me llevó al límite, no pude contenerme, me enganchó” creyendo que es un acto de valentía no dejarse. Pero si desde afuera “te manejan” eres tu el que pierde y quedas a merced del libreto del otro. Eres el pelele de la película. Si logras aprender a escuchar lo diferente, que no significa igualarse o ceder en tus criterios, te acercas al mundo de los dioses de dónde venimos y a donde regresaremos. Porque esto solo es una pasantía…
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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