Pareciera suspendida en el tiempo, congelada para un momento inexistente, como si el proyector de la película se hubiera detenido y no hubiese energía que permitiera que la cinta continuara. Detenida, anquilosada, viviendo del pasado, de rituales sin significado actual. ¡Impacta! Es un lenguaje que no conecta porque el mundo cambió y pretender frenar la evolución no solo es iluso sino atropellador. ¿Qué institución humana puede intentar detener el devenir de los tiempos? ¿Quiénes juegan a competir con Dios, anhelando que el mundo sea a su manera sin cambios y movimientos? ¿Un sacerdote es un “elegido” o solo es “uno más”, presto a acompañar en el camino? ¿Son superiores, tienen poder para determinar lo bueno y lo malo aun cuando ellos mismos no practican lo que predican? Impactan las imágenes de los muchos hombres, sacerdotes, arzobispos, cardenales, diáconos, guardia suiza, rodeando el féretro del Papa Francisco sin ninguna mujer participante. Porque no existe ninguna que califique para estar en el presente de sus vidas. A una religiosa amiga le “concedieron” el favor de acercarse, rompiendo el protocolo pero fue la excepción. ¿En qué mundo viven? Si, ahora para el conclave necesitaran a las mujeres ¿pero intuye en qué lugar estarán? Asistirán para cocinar, arreglar los cuartos, planchar ornamentos, atender necesidades, pero jamás para que su experiencia y su palabra sean escuchadas en la elección del nuevo Papa. No podemos ser tan osadas de pretender estar en el mismo lugar de un hombre sacerdote, es demasiado atrevimiento…
El recuerdo del Papa Francisco, su actuar, su compromiso con una Iglesia para los marginados, suaviza la agresión y anquilosamiento clericales pero es obvio que la estructura eclesiástica es demasiado discriminatoria y patriarcal. ¿Qué tanto puede mover el nuevo Papa? ¿Qué tanto la estructura es totalmente limitante? Sacramentos como la confesión, donde hay que pedirle a otro pecador que absuelva las faltas cometidas y se colocan “castigos” por los errores cometidos, pueden ser rezagos de ese mundo prepotente, donde solo algunos merecen el rol de jueces. ¿Por qué la Iglesia insiste en tener mas pasado que presente? ¿Qué tan complejo es soltar estructuras arcaicas y vibrar en un mundo tan necesitado de espiritualidad pero no de rituales y creencias sin vigencia?
Desde el concepto del Dios que castiga, juzga, condena, está implícita la marca del poder y discriminación. El Dios que durante mucho tiempo vendieron las religiones es un Dios que genera miedo, que fomenta el sometimiento para no perder poder. Todo aquello que pretenda romper ese estado de control es amenazante. Sorprende la necesidad de mando que aún exige y alimenta a gran parte de la jerarquía religiosa. Por ello, el cuestionamiento es una amenaza porque pone en duda el “poder divino” que dizque poseen los “representantes de Dios en la tierra”. Es urgente una Iglesia diferente o… bueno, está la otra opción, la distancia, el alejamiento. La falta de resonancia con el momento actual, lleva a la deserción inmensa de antiguos católicos que ya no entienden el anquilosado lenguaje eclesiástico. Sobre todo la gente joven. ¿Dios es tan aterrador? El nuevo Papa o retrocede o mira para adelante. ¿O acaso, la evolución necesitará el final de las religiones para dar paso a una espiritualidad mas auténtica y sanadora donde la discriminación el poder y el miedo desaparezcan? Está por verse.
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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